En lo que respecta a El Fuego Invisible, su última novela y flamante premio Planeta 2017, reconozco que pueda no satisfacer a más de uno. Siendo continuamente comparados, y aceptando que guardan similitudes, Javier no es Dan Brown, al menos en el sentido de esa búsqueda de un argumento más atrayente en lo comercial, y trepidante para hacer que el lector disfrute de la acción. No significa que Sierra no se preocupe también de esa parte del hilo dramático, pero lo realmente importante se enclava en aquello en torno a lo que gira la historia, la investigación y el trabajo de preparación que hay detrás, dotando a sus obras de una credibilidad que nos adentra en los misterios proporcionando siempre una explicación tangible y real (a diferencia de Brown que se permite manipularlos para adaptarlos a lo que quiere contar), proporcionandonos a la vez la oportunidad de ir realizando nuestras propias comprobaciónes a la par que disfrutamos de la lectura, lo que convierte a sus novelas en una especie de ensayo novelado, un viaje conjunto que nos lleva a verificar sus teorías y recapacitar sobre todo aquello que se nos plantea.
En esta caso nos demuestra algo que en estos últimos tiempos parecía absolutamente imposible, hablarnos de la búsqueda y significado del grial sin caer en la redundancia argumental estilada hasta el momento, y planteandonos un significado diferente y, como de costumbre, más que coherente.
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